Los extremistas musulmanes de Nigeria que conforman la banda criminal de Boko Haram tienen una consigna que ha extendido hacia Níger, país que limita con el primero y en donde han quemado varias iglesias en los últimos días: “los cristianos deben morir”.
Una misionera de Níger, cuyo nombre no se ha dado a conocer por razones de seguridad, escribió un correo electrónico a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) en donde relata el drama que viven en estos días perseguidos por Boko Haram.
“En Navidad Boko Haram había amenazado con quemar todas las Iglesias en Níger y ¡quemarnos vivos! Pero por alguna razón eso no pasó y nadie sabe bien por qué. Fue una coincidencia que las caricaturas de Charlie Hebdo iniciaran los ataques. ‘Los cristianos deben morir, para que se vayan al paraíso’ dicen los miembros de Boko Haram. Es diabólico”.
“Pero no vamos a dejar que el miedo nos mueva. El amor es más fuerte que el odio”, escribe.
La misionera recuerda que los ataques de Boko Haram en Níger comenzaron “con cinco muertos, cuatro personas en una iglesia y una en un café. El centro cultural francés fue atacado y totalmente quemado, también un banco”.
“La iglesia en donde viven los misioneros de África también fue incendiado, junto con la residencia de las hermanas de la Asunción, sus autos y la escuela. Quemaron todo. No les dejaron nada. Afortunadamente pudieron huir a tiempo y refugiarse en una base militar”.
La hermana calcula que fueron en total 40 templos cristianos los incendiados y que fue la valentía de una de las hermanas de la caridad lo que permitió que no quemaran el hospital que administran. Esta hermana le preguntó a los atacantes: “’¿Podemos al menos sacar a nuestros pacientes antes de que incendien todo?’ Estas palabras hicieron pensar a los rebeles y como resultado ya no tocaron el hospital, pero sí quemaron la iglesia junto a ella”, relata.
“Uno nunca sabe con estas bandas. Fui a la capilla con otra hermana a tomar el Santísimo Sacramento porque también trataron de quemar los tabernáculos. Cerramos todo con llave”.
La misionera cuestiona: “¿por qué tanto odio y violencia? La paz no es simplemente una palabra. Sabemos lo frágil que es. Tenemos que trabajar mucho para lograr la paz, comenzando por nosotros mismos. Lloramos. Las lágrimas corren. ¡Oh Jesús, sálvanos!”
Finalmente la hermana escribe: “¡recen por nosotros, por nuestra gente, por el mundo, para que la luz del amor de Cristo brille ante todos!”
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