VATICANO, 19 Ago. 15 / 09:50 am (ACI).- Siguiendo con sus catequesis sobre lafamilia, el Papa Francisco aseguró que el trabajo es sagrado y que expresa la dignidad de la persona humana y fortalece fundamentalmente a la institución familiar.
“El trabajo es sagrado, el trabajo da dignidad a una familia y debemos rezar para que no falte el trabajo a ninguna familia”, dijo el Papa.
El Santo Padre dedicó su catequesis de hoy en la audiencia general realizada en el Aula Pablo VI a meditar sobre el trabajo. Al respecto dijo que su falta “daña también al espíritu, como la falta de oración daña también la actividad práctica”.
El Pontífice subrayó que “trabajar –repito, en mil modos– es propio de la persona humana. Expresa su dignidad de ser creada a imagen de Dios. Por eso se dice que el trabajo es sagrado, el trabajo es sagrado”.
“Por eso la gestión de la ocupación es una gran responsabilidad humana y social, que no puede ser dejada en las manos de pocos o descargado sobre un ‘mercado’ divinizado. Causar una pérdida en puestos de trabajo significa causar un grave daño social”.
El Papa Francisco explicó luego que “cuando el trabajo se separa de la alianza de Dios con el hombre y la mujer, cuando se separa de sus cualidades espirituales, cuando es rehén sólo de la lógica de la ganancia y desprecia los afectos de la vida, la degradación del alma contamina todo: también el aire, el agua, la hierba, la comida… La vida civil se corrompe y el hábitat se descompone. Y las consecuencias golpean sobre todo a los más pobres y a las familias más pobres”.
“La moderna organización del trabajo muestra a veces una peligrosa tendencia a considerar la familia un gravamen, un peso, una pasividad para la productividad del trabajo. Pero preguntémonos: ¿cuál productividad? ¿Y para quién? La llamada ‘ciudad inteligente’ es indudablemente rica en servicios y organizaciones: pero, por ejemplo, es frecuentemente hostil a los niños y a los ancianos”.
Francisco resaltó asimismo que ante quienes buscan solo la ganancia económica, “la familia es un gran lugar de prueba. Cuando la organización del trabajo la tiene como rehén, o incluso le obstaculiza el camino, entonces estamos seguros de que la sociedad humana ha comenzado a trabajar ¡en contra de sí misma!”
“Las familias cristianas reciben de esta coyuntura un gran desafío y una gran misión. Ellas ponen en juego los fundamentos de la creación de Dios: la identidad y el vínculo del hombre y de la mujer, la generación de los hijos, el trabajo que hace doméstica la tierra y habitable el mundo”.
El Pontífice resaltó también que “la pérdida de estos fundamentos es un asunto muy serio, y en la casa común ¡hay ya demasiadas grietas! La tarea no es fácil. A veces puede parecer a las asociaciones de las familias que son como David frente a Goliat… pero ¡sabemos cómo terminó ese desafío! Se necesita fe y astucia”.
Recordando luego las palabras de San Pablo “el que no quiera trabajar, que no coma”, el Santo Padre denunció el “falso espiritualismo de algunos que, de hecho, viven a expensas de sus hermanos y hermanas ‘sin hacer nada’. El compromiso del trabajo y la vida del espíritu, en la concepción cristiana, no están en absoluto en oposición entre ellas. ¡Es importante entender bien esto!”
Para concluir, Francisco hizo votos para “que Dios nos conceda acoger con alegría y esperanza su llamada, en este momento difícil de nuestra historia. La llamada al trabajo para dar dignidad a sí mismo y a la propia familia. Gracias”.
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