Que no te cieguen las apariencias
Que no te cieguen las apariencias, que“ No reina Dios por lo que uno come o bebe, sino por la justicia, la paz y la alegría que da el Espíritu Santo” . Que sería de nosotros, si no habláramos con Nuestro Señor.¿ Acaso alguien es capaz de hacer frente a una batalla sin arma alguna? El camino de la vida terrenal es una batalla constante: el sufrimiento, la enfermedad, la vejez, los complejos, el no aceptar a tu marido, el no amar a tu mujer, los problemas con los hijos, las envidias, todos los problemas relacionados con el dinero, y tantas y tantas cosas que nos pueden entristecer el corazón. La persona que dedica gran parte de su vida a la oración, es un ser que ama y se siente amado, la vocación de toda persona es el Amor, no hay barrera humana que el amor no sane. No existe mejor forma de predicar, que amando, Toda persona en el momento que se siente amada, su vida se transforma. Por eso esta sociedad que se mueve por la apariencia, por lo material, lo momentáneo y caduco, necesita encontrarse con Cristo para ser renovada, transformada. Así el que reza ira adquiriendo las formas de Cristo, sus palabras, y será luz para sus prójimos y sal para un mundo insípido sin Amor.
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