Tema VII: Excelencia.
La excelencia es un impulso interior de la persona que le lleva a buscar lo mejor en todo y a ir en busca de la verdad hasta el fondo.
Por: P. Juan Antonio Torres, L.C. | Fuente: Catholic.net
Por: P. Juan Antonio Torres, L.C. | Fuente: Catholic.net
Búsqueda de la excelencia
La excelencia es un impulso interior de la persona que le lleva a buscar lo mejor en todo y a ir en busca de la verdad hasta el fondo. Es la base del progreso.
Las personas excelentes son aquellas que llegan a sobresalir en su campo de especialización; hay algunas tan completas que, incluso, llegan a sobresalir en varios campos.
El mayor grado de excelencia para una persona está en la armonía. Es decir, cuando logra sobresalir en un aspecto pero sin descuidar los otros.
Hay personas excelentes en un campo, por ejemplo el intelectual, pero que son incapaces de entablar una conversación amena y agradable entre amigos. En la medida de lo posible, hay que tratar de evitar ese tipo de desequilibrios.
La familia juega un papel importante en la "creación" de ese impulso interior. El secreto es lograr poner en movimiento y dar un cauce a todo el potencial que se esconde en el interior de cada ser humano.
Para ello es preciso educar a los niños a encauzar sus pasiones y sus energías hacia sus objetivos; que pongan todo el corazón y se entusiasmen por algo que los apasione.
La excelencia requiere exigencia y motivación. Requiere la cercanía y motivación continua de un mentor, de un guía; puede ser el papá, la mamá, el hermano mayor, o un entrenador, etc.
La regla de oro es "no exigir sin motivar". ¡Porque te amo te exijo!
Sugerencias de acción
Exigir a los hijos siempre hacer las tareas y obligaciones bien y completas. No a medias o sólo por cumplir.
El deporte es sumamente educativo, sobre todo el deporte competitivo y que requiere mucho esfuerzo.
Los papás y maestros deben identificar las cualidades y talentos de sus hijos, y motivarlos para que los desarrollen continuamente.
Cuando el hijo no entienda algo, estimularle a investigar; que no se quede con dudas, que no se detenga ante lo que no ve claro. Es importante no dejar sin respuesta sus preguntas. Siempre contestar con la verdad. No minusvalorar sus interrogantes.
Del mismo modo es de trascendental importancia que no se lleguen a enorgullecer por sus logros. Sí que los celebren y se alegren, pero que no se crean superiores a los demás. Hay que tener cuidado de que la excelencia derive en presunción.
(Ejercicio)
Ver y comentar video:
click aquí
Preguntas de reflexión que debes responder en los foros del curso
1. ¿Qué es lo que a ti más te apasiona? No sólo aquello que te gusta, sino aquello que realmente sueñas y deseas más intensamente.
2. ¿Qué es lo que más apasiona a cada uno de tus hijos? ¿Lo has descubierto? ¿En qué sueñan para el futuro?
(Lectura para los hijos)
Los Valientes Trescientos
Versión de James Baldwin
La célebre batalla del angosto paso de las Termopilas se libró en el 480 antes de Cristo, cuando Jerjes invadió Grecia al mando de un ejército persa. Aunque los espartanos fueron vencidos en las Termopilas, su heroica resistencia contra un enemigo abrumadoramente superior en número inspiró a los griegos en su posterior resistencia, y el nombre de Esparta pasó a ser sinónimo de coraje.
Toda Grecia corría peligro. Un poderoso ejército al mando de Jerjes, el gran rey de Persia, había llegado desde el oriente. Marchaba por la costa, y en poco tiempo estaría en Grecia. Jerjes había despachado mensajeros a todas las ciudades y estados, exigiendo que le enviaran agua y tierra como símbolos de que la tierra y el mar le pertenecían. Los griegos se negaron, y resolvieron defender su libertad contra los invasores.
Hubo gran conmoción en toda la región. Los griegos se armaron y se dispusieron a enfrentar al enemigo.
Había un solo sitio por donde el ejército persa podría entrar en Grecia desde ese lado, y era un angosto paso entre las montañas y el mar. Se llamaba Termopilas, que significa "puertas calientes", por las aguas termales de las cercanías.
Este paso estaba custodiado por Leónidas, rey de los espartanos, con sólo unos miles de soldados.
El ejército persa los superaba en número, pero estaban confiados. Se habían apostado en el lugar más estrecho del paso, donde unos pocos hombres armados con lanzas largas podían contener toda una compañía.
La primera oleada persa enfiló hacia el paso al amanecer. Los exploradores espartanos informaron que había tantos efectivos que sus flechas podían oscurecer el sol como una nube.
Mejor así dijo Leónidas. Pelearemos mejor a la sombra.
Las flechas descendieron, pero los escudos griegos las desviaron, y las lanzas largas contuvieron a los persas que se internaban en el paso. Los invasores atacaron una y otra vez, pero en cada ocasión debieron retroceder con tremendas pérdidas. Al fin Jerjes envió a sus tropas selectas, los Diez Mil Inmortales, pero ni siquiera ellos pudieron contra los empecinados griegos.
Al cabo de dos días de combate, Leónidas aún era dueño del paso. Pero esa noche llevaron a un hombre al campamento de Jerjes. Era un griego que conocía bien el terreno, y estaba dispuesto a vender un secreto: el paso no era el único lugar por donde se podía avanzar. Un sinuoso sendero giraba hasta un camino que cruzaba el espinazo de la montaña. Estaba defendido por un mero puñado de griegos. Sería fácil vencerles, y luego Jerjes podría atacar al ejército espartano por la retaguardia.
El traicionero plan funcionó. Los hombres que custodiaban el sendero secreto fueron sorprendidos y derrotados. Algunos lograron escapar para prevenir a Leónidas.
Los griegos sabían que quedarían atrapados si no abandonaban el paso de inmediato. Pero Leónidas también sabía que debía demorar a Jerjes mientras las ciudades griegas preparaban sus defensas.
Tomó una decisión. Ordenó a la mayoría de sus hombres que se escabulleran por las montañas para regresar a sus ciudades, donde los necesitarían.
Conservó su guardia real de trescientos espartanos y algunos efectivos más y se dispuso a defender el paso hasta el final.
Jerjes y su ejército avanzaron. Los espartanos resistieron, pero uno a uno cayeron. Cuando se partían sus lanzas, se mantenían en sus puestos, luchando con sus dagas, espadas o puños.
Todo el día mantuvieron a raya al ejército persa, pero cuando cayó el sol no quedaba un solo espartano con vida. Sólo quedaba un montón de cadáveres erizados de flechas y lanzas.
Jerjes había tomado el paso, pero a costa de miles de hombres y una demora de varios días. Ese tiempo fue decisivo. La armada griega pudo reunir sus naves, y poco después logró expulsar a Jerjes, que debió regresar al Asia.
Muchos años después se erigió un monumento en el paso de las Termopilas, con esta inscripción en memoria de la valerosa resistencia de unos pocos en defensa de unos miles.
Deténte, viajero, en tu camino.
Cuenta luego que, espartanos hasta el fin,
aquí luchamos y caímos.
Para ver el video de esta lección da click en el siguiente enlace
La excelencia es un impulso interior de la persona que le lleva a buscar lo mejor en todo y a ir en busca de la verdad hasta el fondo. Es la base del progreso.
Las personas excelentes son aquellas que llegan a sobresalir en su campo de especialización; hay algunas tan completas que, incluso, llegan a sobresalir en varios campos.
El mayor grado de excelencia para una persona está en la armonía. Es decir, cuando logra sobresalir en un aspecto pero sin descuidar los otros.
Hay personas excelentes en un campo, por ejemplo el intelectual, pero que son incapaces de entablar una conversación amena y agradable entre amigos. En la medida de lo posible, hay que tratar de evitar ese tipo de desequilibrios.
La familia juega un papel importante en la "creación" de ese impulso interior. El secreto es lograr poner en movimiento y dar un cauce a todo el potencial que se esconde en el interior de cada ser humano.
Para ello es preciso educar a los niños a encauzar sus pasiones y sus energías hacia sus objetivos; que pongan todo el corazón y se entusiasmen por algo que los apasione.
La excelencia requiere exigencia y motivación. Requiere la cercanía y motivación continua de un mentor, de un guía; puede ser el papá, la mamá, el hermano mayor, o un entrenador, etc.
La regla de oro es "no exigir sin motivar". ¡Porque te amo te exijo!
Sugerencias de acción
Exigir a los hijos siempre hacer las tareas y obligaciones bien y completas. No a medias o sólo por cumplir.
El deporte es sumamente educativo, sobre todo el deporte competitivo y que requiere mucho esfuerzo.
Los papás y maestros deben identificar las cualidades y talentos de sus hijos, y motivarlos para que los desarrollen continuamente.
Cuando el hijo no entienda algo, estimularle a investigar; que no se quede con dudas, que no se detenga ante lo que no ve claro. Es importante no dejar sin respuesta sus preguntas. Siempre contestar con la verdad. No minusvalorar sus interrogantes.
Del mismo modo es de trascendental importancia que no se lleguen a enorgullecer por sus logros. Sí que los celebren y se alegren, pero que no se crean superiores a los demás. Hay que tener cuidado de que la excelencia derive en presunción.
(Ejercicio)
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1. ¿Qué es lo que a ti más te apasiona? No sólo aquello que te gusta, sino aquello que realmente sueñas y deseas más intensamente.
2. ¿Qué es lo que más apasiona a cada uno de tus hijos? ¿Lo has descubierto? ¿En qué sueñan para el futuro?
(Lectura para los hijos)
Los Valientes Trescientos
Versión de James Baldwin
La célebre batalla del angosto paso de las Termopilas se libró en el 480 antes de Cristo, cuando Jerjes invadió Grecia al mando de un ejército persa. Aunque los espartanos fueron vencidos en las Termopilas, su heroica resistencia contra un enemigo abrumadoramente superior en número inspiró a los griegos en su posterior resistencia, y el nombre de Esparta pasó a ser sinónimo de coraje.
Toda Grecia corría peligro. Un poderoso ejército al mando de Jerjes, el gran rey de Persia, había llegado desde el oriente. Marchaba por la costa, y en poco tiempo estaría en Grecia. Jerjes había despachado mensajeros a todas las ciudades y estados, exigiendo que le enviaran agua y tierra como símbolos de que la tierra y el mar le pertenecían. Los griegos se negaron, y resolvieron defender su libertad contra los invasores.
Hubo gran conmoción en toda la región. Los griegos se armaron y se dispusieron a enfrentar al enemigo.
Había un solo sitio por donde el ejército persa podría entrar en Grecia desde ese lado, y era un angosto paso entre las montañas y el mar. Se llamaba Termopilas, que significa "puertas calientes", por las aguas termales de las cercanías.
Este paso estaba custodiado por Leónidas, rey de los espartanos, con sólo unos miles de soldados.
El ejército persa los superaba en número, pero estaban confiados. Se habían apostado en el lugar más estrecho del paso, donde unos pocos hombres armados con lanzas largas podían contener toda una compañía.
La primera oleada persa enfiló hacia el paso al amanecer. Los exploradores espartanos informaron que había tantos efectivos que sus flechas podían oscurecer el sol como una nube.
Mejor así dijo Leónidas. Pelearemos mejor a la sombra.
Las flechas descendieron, pero los escudos griegos las desviaron, y las lanzas largas contuvieron a los persas que se internaban en el paso. Los invasores atacaron una y otra vez, pero en cada ocasión debieron retroceder con tremendas pérdidas. Al fin Jerjes envió a sus tropas selectas, los Diez Mil Inmortales, pero ni siquiera ellos pudieron contra los empecinados griegos.
Al cabo de dos días de combate, Leónidas aún era dueño del paso. Pero esa noche llevaron a un hombre al campamento de Jerjes. Era un griego que conocía bien el terreno, y estaba dispuesto a vender un secreto: el paso no era el único lugar por donde se podía avanzar. Un sinuoso sendero giraba hasta un camino que cruzaba el espinazo de la montaña. Estaba defendido por un mero puñado de griegos. Sería fácil vencerles, y luego Jerjes podría atacar al ejército espartano por la retaguardia.
El traicionero plan funcionó. Los hombres que custodiaban el sendero secreto fueron sorprendidos y derrotados. Algunos lograron escapar para prevenir a Leónidas.
Los griegos sabían que quedarían atrapados si no abandonaban el paso de inmediato. Pero Leónidas también sabía que debía demorar a Jerjes mientras las ciudades griegas preparaban sus defensas.
Tomó una decisión. Ordenó a la mayoría de sus hombres que se escabulleran por las montañas para regresar a sus ciudades, donde los necesitarían.
Conservó su guardia real de trescientos espartanos y algunos efectivos más y se dispuso a defender el paso hasta el final.
Jerjes y su ejército avanzaron. Los espartanos resistieron, pero uno a uno cayeron. Cuando se partían sus lanzas, se mantenían en sus puestos, luchando con sus dagas, espadas o puños.
Todo el día mantuvieron a raya al ejército persa, pero cuando cayó el sol no quedaba un solo espartano con vida. Sólo quedaba un montón de cadáveres erizados de flechas y lanzas.
Jerjes había tomado el paso, pero a costa de miles de hombres y una demora de varios días. Ese tiempo fue decisivo. La armada griega pudo reunir sus naves, y poco después logró expulsar a Jerjes, que debió regresar al Asia.
Muchos años después se erigió un monumento en el paso de las Termopilas, con esta inscripción en memoria de la valerosa resistencia de unos pocos en defensa de unos miles.
Deténte, viajero, en tu camino.
Cuenta luego que, espartanos hasta el fin,
aquí luchamos y caímos.
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