EDUCAR ES AMAR JOSE LUIS GONZALEZ

 
La humanidad ha naufragado. Me resisto a creer o siquiera utilizar esta afirmación. Si esto fuera cierto la muerte del pequeño Aylan,como la muerte de tantos, ha sido en vano.
En los últimos meses, hemos visto tantas imágenes de la desgracia de los refugiadosque ya ni siquiera ocupan titulares. Esto se ha convertido en algo normal. La gente sigue vacacionando en el Mediterráneo. No se toca el tema, ya no nos conmovemos. De prontoaparece un niño en la playa. Y sinceramente la imagen ha sido tan desgarradora para mi, que creo que nunca más ver jugar a un niño a la orilla del mar significará lo mismo.
Aylan nos ha hecho despertar de esta especie de adormecimiento frente a la tragedia que día a día sucede bajo los ojos de un mundo que ha decidido guardar silencio y mantenerse al margen.
 sirios
Frente a una imagen así ¡es tan fácil perder la esperanza! ¡Es tan complicado ponerse de pie y seguir luchando! Alguien hoy me dijo: “Mañana todos se olvidan del niño…” ¡Es imposible! Especialmente para nosotros los católicos, es imposible olvidar, es nuestra obligación no olvidar. Jesús murió en la cruz por todo nosotros, por nuestra salvación y resucitó de entre los muertos. Y es esa resurrección la que dice que no perdamos la esperanza, que no bajemos la guardia y sigamos en la lucha porque Cristo vive y ha vencido a la muerte. Es porque Cristo vive que Aylan también vive.
Sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor” (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 270). La fuerza de la fe, de la esperanza y de la caridad permite reducir las distancias que nos separan de los dramas humanos. Jesucristo espera siempre que lo reconozcamos en los emigrantes y en los desplazados, en los refugiados y en los exiliados, y asimismo nos llama a compartir nuestros recursos, y en ocasiones a renunciar a nuestro bienestar.Papa Francisco
Tratar de comprender la muerte de este pequeño, es casi imposible sin Dios. Aylan ha despertado al mundo, no nos volvamos a quedar dormidos.
“Ustedes anuncian la resurrección de Cristo compartiendo el dolor y la ayuda solidaria que prestan a los centenares de miles de refugiados; con vuestro camino al sufrimiento, que tiene el riesgo de sofocar la esperanza; con vuestro servicio de fraternidad que corre el riesgo también de momentos de oscuridad en la existencia”.  Papa Francisco

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