(ACI).- No se avergüencen de sus tradiciones y valores, fue la exhortación que lanzó este sábado el Papa Francisco a la comunidad hispana y otros inmigrantes durante el encuentro sobre libertad religiosa realizado en el Independence National Historical Park de Filadelfia (Estados Unidos).
Este es el lugar donde en 1776 se firmó la declaración de independencia de Estados Unidos. “Aquí fueron proclamadas por primera vez las libertades que definen este país”, afirmó Francisco, quien llegó aproximadamente a las 3:30 p.m. y fue recibido por una familia de Querétaro (México), que portaba unacruz de madera, que fue bendecida por el Papa.
La familia aprovechó para pedirle a Francisco que visite México y para entregarle un regalo de parte del Obispo de Querétaro, Mons. Faustino Armendáriz.
Antes de iniciar su discurso, el Papa oyó las palabras de bienvenida del Arzobispo de Filadelfia, Mons. Charles Chaput, quien recordó que uno de los grandes padres fundadores de Estados Unidos, Alexander Hamilton, fue también “uno de nuestros más grandes inmigrantes”.
Mons. Chaput señaló que la lección de vida que da Hamilton es que “esta es una nación no de un grupo étnico o clase económica privilegiada”. “Él nos recuerda que los inmigrantes provenientes de todo el mundo renuevan este país en cada generación”, afirmó.
En sus palabras, el Arzobispo también indicó que se un tiempo raro en la historia. “Cuando la Iglesia defiende el matrimonio y la familia, al no nacido y el propósito de la sexualidad humana, es atacada con dureza. Cuando defiende a los trabajadores inmigrantes y las familias rotas por las deportaciones, es atacada de forma tenue. Y sin embargo ella no es ninguna de esas cosas”.
Mons. Chaput recordó que la Iglesia es madre y maestra de humanidad y ama a todos hombres “desde la concepción a la muerte natural, siempre, constantemente y en todas partes”.
Libertad religiosa
Por su parte, en su discurso, el Santo Padre recordó que en la fundación de Estados Unidos se proclamó “que todos los hombres y mujeres fueron creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, y que los gobiernos existen para proteger y defender esos derechos”.
En ese sentido, Francisco invitó a los ciudadanos de Estados Unidos a recordar siempre su historia, con sus luchas por la abolición de la esclavitud, el voto universal y los derechos laborales; pues “la memoria salva el alma de un pueblo de aquello o de aquellos que quieren dominarlo o utilizarlo para sus intereses”.
Acto seguido, el Papa expresó su deseo de reflexionar sobre el derecho a la libertad religiosa, “un derecho fundamental que da forma a nuestro modo de interactuar social y personalmente con nuestros vecinos, que tienen creencias religiosas distintas a la nuestra”.
El Pontífice recordó que la libertad religiosa “comporta el derecho a adorar a Dios, individualmente y en comunidad”, trascendiendo, por su naturaleza, “los lugares de culto y la esfera privada de los individuos y las familias”.
En ese sentido, pidió recordar las atrocidades cometidas el siglo pasado por “sistemas que pretendían construir algún tipo de ‘paraíso terrenal’, dominando pueblos, sometiéndolos a principios aparentemente indiscutibles y negándoles cualquier tipo de derechos”.
“En un mundo en el que diversas formas de tiranía moderna tratan de suprimir la libertad religiosa, o como dije antes, reducirla a una subcultura sin derecho a voz y voto en la plaza pública, o de utilizar la religión como pretexto para el odio y la brutalidad, es necesario que los fieles de las diversas tradiciones religiosas unan sus voces para clamar por la paz, la tolerancia y el respeto a la dignidad y a los derechos de los demás”, expresó.
En ese sentido, agradeció “a todos los que, sea cual fuera su religión, han tratado de servir a Dios, al Dios de la paz construyendo ciudades de amor fraterno, cuidando de nuestro prójimo necesitado, defendiendo la dignidad del don divino, del don de la vida en todas sus etapas, defendiendo la causa de los pobres y los inmigrantes”.
Globalización
Saliéndose del discurso oficial, Francisco aprovechó para reflexionar sobre el fenómeno de la globalización. “La globalización no es mala, al contrario, la tendencia a globalizarnos es buena, nos une. Lo que puede ser malo es el modo de hacerlo. Si una globalización pretende igualar a todos como si fuera una esfera, esa globalización destruye la riqueza y la particularidad de cada persona y de cada pueblo”, señaló.
“Me gusta usar la geometría aquí. Si la globalización es una esfera, donde cada punto es igual equidistante del centro, anula, no es buena. Si la globalización une como un poliedro donde están todos unidos pero cada uno conserva cada uno conserva su propia identidad, hace crecer a un pueblo, da dignidad a todos los hombres y le otorga derecho”, explicó.
En ese sentido, el Santo Padre alentó a los inmigrantes a no desanimarse por las dificultades. Además agradeció a quienes les abren las puertas.
“Les pido que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, ustedes traen muchos dones a esta nación. Por favor, no se avergüencen nunca de sus tradiciones (…). También están llamados a ser ciudadanos responsables y a contribuir como lo hicieron con tanta fortaleza los que vinieron antes a contribuir provechosamente a la vida de las comunidades en que viven”.
“Pienso, en particular, en la vibrante fe que muchos de ustedes poseen, en el profundo sentido de la vida familiar y los demás valores que han heredado. Al contribuir con sus dones, no solo encontrarán su lugar aquí, sino que ayudarán a renovar la sociedad desde dentro”, afirmó.
“Que este País, y cada uno de ustedes, dé gracias continuamente por las muchas bendiciones y libertades que disfrutan. Que puedan defender estos derechos, especialmente la libertad religiosa, que Dios les ha dado. Que Él los bendiga a todos. Y por favor, les pido, que recen un poquito por mí”, expresó el Papa.
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