San Esteban, san Juan Evangelista, los Santos Inocentes
«Mi amado, elegido entre mil, puede ser reconocido por los colores blanco y rojo que hay en torno a él»
Por: Jacobo de la Vorágine | Fuente: La Leyenda Dorada (Cap. VIII - San Esteban)
Por: Jacobo de la Vorágine | Fuente: La Leyenda Dorada (Cap. VIII - San Esteban)
La iglesia ha acordado colocar en su calendario litúrgico, inmediatamente después de la Natividad del Señor, las tres fiestas que en esos días subsiguientes a la Navidad se celebran, - san Esteban, san Juan Evangelista, los Santos Inocentes -, por dos razones.
Primera: para subrayar la unión estrecha que hubo entre su esposo y jefe y estos compañeros suyos. Jesucristo, al venir a este mudo, quiso presentarse como esposo ante su esposa la Iglesia, rodeado de unos amigos cuyas señas anticipó el Cantar de los Cantares de esta manera: «Mi amado, elegido entre mil, puede ser reconocido por los colores blanco y rojo que hay en torno a él». El color blanco, en este caso, lo pone san Juan Evangelista, confesor esclarecido; el rojo, san Esteban, protomártir; el millar de los que rodeaban a Cristo, el elegido, está constituido por la multitud virginal de los Santos Inocentes.
Segunda: para presentarnos en un mismo plano a todos los géneros de mártires, ordenados entre sí con arreglo al grado de su dignidad. Todos los martirios tienen una sola y única causa: el nombre de Jesucristo. Pero caben tres tipos de martirio: el que reúne la doble condición de deseado y consumado; el deseado, pero no consumado; y el consumado, pero no deseado. El primero de estos tipos se dio en san Esteban, el segundo en san Juan y el tercero en los Inocentes.
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