REDACCIÓN CENTRAL, 04 Feb. 16 / 04:16 pm (ACI).- Hoy 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el cáncer, una oportunidad para renovar esfuerzos para la prevención de esta enfermedad que cada año cobra la vida de millones de personas en el mundo y que, a veces, origina el sacrificio y la entrega de la propia vida como estas cinco madres que lo dieron todo para salvar a sus hijos.
Santa Gianna Beretta Molla
Gianna fue la décima de trece hijos, de una familia de clase media de Lombardía en el norte de Italia. Estudió medicina y se especializó en pediatría, profesión que compaginó con su tarea de madre de familia.
"Cuando se dio cuenta de la terrible consecuencia de su gestación y el crecimiento de un gran fibroma recuerda el esposo de Gianna su primera reacción, razonada, fue pedir que se salvara el niño que tenía en su seno", recordaba su esposo Pietro Molla.
Le habían aconsejado una intervención quirúrgica. Esto le habría salvado la vida con toda seguridad. El aborto terapéutico y la extirpación del fibroma, le habrían permitido más adelante tener otros niños pero “Gianna eligió la solución que era más arriesgada para ella".
Gianna falleció el 28 de abril de 1962, con 39 años de edad, una semana después de haber dado a luz.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, Año Internacional de la Familia. El querido Pontífice polaco fue quien también la declaró santa, 10 años después, el 16 de mayo de 2004.
Cecilia Perrín
Cecilia Perrín falleció el 1 de marzo de 1985, a la edad de 28 años, al entregar su vida por la de su hija y no permitir que le practicaran un aborto.
Estando embarazada en febrero de 1984 le detectaron cáncer. Su hija Agustina nació en julio de ese mismo año y Cecilia falleció ocho meses después ya que su enfermedad había avanzado mucho y no había modo de curarla.
El 10 de noviembre de 2005, la Santa Sede la declaró Sierva de Dios, dando así el consentimiento para que se inicie su causa de beatificación y canonización.
Bárbara Castro
Bárbara Castro García, periodista de la delegación de medios del Obispado de Córdoba (España), falleció el 4 de julio de 2012, víctima de un cáncer cuyo tratamiento rechazó para poder salvar la vida de la bebé de la que estaba embarazada.
Ignacio Cabezas, su esposo, declaró entonces que Bárbara dio su vida por amor "hacia su hija, hacia mí y hacia Dios", por lo que ahora está dispuesto a "honrarla como ella merece".
Ignacio, que considera que el sacrificio de su esposa servirá "para dar testimonio" a favor de la vida, recordó que una vez casados con Bárbara "deseábamos muchísimo ser padres".
A Bárbara le diagnosticaron el cáncer en la lengua el 15 de julio de 2010. Luego de dar a luz la dolencia se hizo tan drástica que fue operada y se quedó casi sin lengua y sin una parte de la mandíbula. “Desde entonces no pudo tragar ni un vaso de agua y se alimentaba por una sonda en el estómago”.
Lorraine Alard
"Si voy a morir, mi bebé vivirá". Con estas palabras, Lorraine Allard, una madre inglesa de 33 años de edad, respondió a los médicos que le plantearon abortar al hijo que esperaba para someterla a un tratamiento de quimioterapia contra el avanzado cáncer de hígado que padecía en 2008.
Lorraine y Martyn Allard tenían tres niñas: Leah, Amy y Courtney, de diez, ocho y casi 2 años respectivamente, cuando supieron que esperaba a Liam, su primer hijo varón que nació prematuramente.
"Los médicos nos dijeron que el cáncer no tenía cura, aunque trataron de disminuir los tumores. El día que murió, Lorraine llevaba dos semanas sin comer y no podía beber. Su muerte fue muy pacífica, me tomó la mano y nos abrazamos, su corazón se apagó", recuerda Martyn.
Elizabeth Joice
Elizabeth Joice sacrificó su vida por salvar a la bebé que llevaba en el vientre. Esta valiente madre falleció el 9 de marzo de 2014 luego de luchar contra un agresivo cáncer y negarse a recibir un procedimiento que le habría permitido enfrentar la enfermedad pero que podría haber causado la muerte de su bebé.
La historia ocurrió en Nueva York (Estados Unidos). Tres años antes a Elizabeth le diagnosticaron un agresivo cáncer en los pulmones. Cuando aparentemente había superado la enfermedad y a pesar que los médicos le dijeron que era imposible que tuviera hijos, concibió a una bebé a la que llamaron Lily.
Solo un mes después de saber que estaba embarazada, los médicos descubrieron que el cáncer había regresado con más fuerza. Le practicaron una operación de emergencia para retirar el nuevo tumor pero se negó a ser sometida a resonancias magnéticas posteriores para no arriesgar la vida de la bebé que llevaba en el vientre.
Con el apoyo de su esposo Max, la mujer resistió la enfermedad hasta que la bebé cumplió siete meses de gestación. Dio a luz en enero de 2014 y luchó durante las siguientes seis semanas por su vida.
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