EDUCAR ES AMAR JOSE LUIS GONZALEZ

         
El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. No hay ninguna otra criatura -en el reino animal y en el vegetal- que haya sido creada así. La dignidad de todo ser humano nace precisamente de ese hecho. Dios ama a todos los hombres.
El hombre pecó y por el pecado entró la muerte en el mundo. La relación entre el hombre y Dios fue dañada gravemente por el pecado. Dios siguió amando a los hombres. Tanto los amó, y los ama, que envió a su Hijo para restaurar esa relación, expiando por los pecados de todos. Dios envió su Espíritu Santo para dar al hombre la capacidad de vencer al pecado y vivir en santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Cristo fundó su Iglesia para predicar el evangelio en todo el mundo, hacer discípulos y ser instrumento de salvación.
¿Saben la diferencia entre el primer párrafo y el segundo? Que el primero se predica en nuestra Iglesia y el segundo cada vez se esconde más.
Sin embargo, cualquiera que lea los evangelios ve lo siguiente:
1- Que Jesucristo empieza su predicación llamando a la conversión de los pecadores, porque “está cerca el Reino de los cielos (Mt 4,17)
2- Jesucristo afirma que lo que es imposible para el hombre, apartarse del pecado y salvarse, es posible para Dios (Luc 18,26-27).
3- Quien llama Señor a Jesús y no hace lo que Él dice, se condena (Luc 6,46-49)
4- Jesucristo advierte de la necesidad imperiosa de librarnos de todo aquello que nos lleva a pecar y al infierno (Mt 18,8-9).
5- Jesucristo indica que el Padre enviaría al Espíritu Santo para acusar al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Jn 16,8).
6- Jesucristo da autoridad a su Iglesia para perdonar o retener los pecados (Jn 20,23)
7- Que Jesucristo, tal y como indicó en el camino a Emaús, sufrió lo indecible, fue crucificado, muerto y sepultado para que se cumplieran las Escrituras (Luc 24,26-27), lo cual implica que de Él hablaba el profeta Isaías en el Canto del Siervo (Is 53): 
“Pero él fue traspasado por nuestras iniquidades, molido por nuestros pecados. El castigo, precio de nuestra paz cayó sobre él, y por sus llagas hemos sido curados".
Is 53,5
Y cualquiera que lea lo que enseñaron los apóstoles ve lo siguiente:
1- Que en la primera predicación de la Iglesia, el apóstol San Pedro afirma: “Arrepentíos, por tanto, y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hec 3,19)
2- Que no se puede usar la gracia como ocasión para pecar: “Entonces, ¿qué? ¿Pecaremos, ya que no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia? De ninguna manera” (Rom 6,15).
3- Que la Iglesia, sin la menor duda, tiene la autoridad e incluso el deber de juzgar los pecados de sus miembros. El que lo dude, que se lea entero el capítulo 5 de 1ª de Corintios.
4- Que el hombre ha recibido la capacidad de no vivir en pecado, porque Dios así lo ha dispuesto: 
No os ha sobrevenido ninguna tentación que supere lo humano, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder soportarla con éxito.
1ª Cor 10,13
5- Que sin santidad nadie verá a Dios (Heb 12,14). Y que hay pecados incompatibles con la salvación (1ª Cor 6,9-10).
Y sin embargo, hoy vemos que en muchos de los que han recibido el ministerio de pastorear las almas se cumple lo indicado en el libro de la Sabiduría:
Así discurren, pero están engañados, pues su maldad los ciega; no conocen los misterios de Dios, ni tienen esperanza en el premio de la santidad, ni aprecian el honor de las almas sin mancha.
Sab 2,21-22
Vemos la nula importancia que ellos dan al pecado, siendo que nuestros pecados le costaron a Cristo la Cruz. Pues bien, sepan que pisotean la Cruz de Cristo los que niegan de facto que el pecado es algo que debe ser combatido, o lo reducen algo sin mayor importancia. Pisotean la Cruz de Cristo los que dicen que la Iglesia está simplemente para acompañar a los pecadores en sus situaciones personales, sin darles los instrumentos necesarios para arrepentirse y ser salvados. Pisotean la Cruz de Cristo los que, para agradar al mundo, esconden a sus propios fieles la gracia que transforma, libera y recrea el alma a imagen de Cristo, creciendo así en santidad. 
Dios, sin duda, ama al pecador, pero le ama tanto que le ofrece la liberación de sus pecados no que se mantenga esclavo de los mismos. Eso está siendo ocultado cada vez más por quienes en la Iglesia tienen la OBLIGACIÓN de decirlo. Tendrán que rendir cuentas a Dios por ello. No lo digo yo. Lo dice también la Escritura:
Si digo a un malvado. «Vas a morir» y tú no le adviertes ni le insistes para que se convierta de su mal camino y viva, el impío morirá por su culpa, pero demandaré su sangre de tu mano. 
Si, por el contrario, adviertes al malvado y no se convierte de su iniquidad y de su mal camino, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu alma. 
Y si el justo se aparta de su justicia y comete una iniquidad, pondré ante él un obstáculo y morirá. Como no le advertiste, morirá por su pecado y no se tendrán en cuenta las obras justas que había hecho. Pero demandaré su sangre de tu mano. 
Sin embargo, si adviertes al justo para que no peque y no peca, ciertamente vivirá porque atendió la advertencia y tú habrás salvado tu alma.
Eze 3, 18-21
No temen a Dios quienes ocultan la gravedad del pecado a los pecadores, quienes presentan un evangelio falso consistente en que todos se van a salvar sin arrepentimiento real. No temen a Dios quienes por temor a ser rechazados por el mundo, o más bien por deseo de ser aplaudido por el mismo, están robando al rebaño de Cristo el evangelio de salvación, cambiándolo por un buenismo apóstata, blasfemo, propio del anticristo.
Hoy más que nunca: Santidad o muerte.

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