EDUCAR ES AMAR JOSE LUIS GONZALEZ

El Papa habla en la Plaza de San Pedro - Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
VATICANO, 07 Nov. 15 / 07:29 am (ACI).- El trabajo “no puede ser prolongado o reducido en función de la ganancia de pocos y de formas productivas que sacrifican valores, relaciones y principios” por lo que “no puede ser un mero engranaje del mecanismo perverso que prevé recursos para obtener más y más ganancias”.
Es la reflexión que el Papa Francisco ofreció esta mañana la Plaza de San Pedro al recibir a miles de miembros del Instituto Nacional para la Seguridad Social de Italia. Se trata del organismo de protección que el estado proporciona a las personas para asegurar el acceso a la asistencia médica y otras necesidades.
Francisco afirmó que “esto vale para la economía general” así como para “todas las instituciones sociales, cuyo principio, sujeto y fin debe ser lapersona humana”.
“Su dignidad no puede ser prejuzgada nunca, ni siquiera cuando deja de ser económicamente productiva”, añadió.
Les pidió “no olvidar al hombre” y “amar y servir al hombre con conciencia, responsabilidad, disponibilidad”. “Trabajen para quien trabaja y para quien no puede hacerlo (…) no como una obra de solidaridad, sino como deber de justicia y de subsidiariedad”.
El Santo Padre señaló en su discurso que “trabajar quiere decir prolongar la obra de Dios en la historia, contribuyendo a ella de manera personal, útil y creativa”.
“A varios niveles, ustedes honran la delicada tarea de tutelar algunos derechos unidos al ejercicio del trabajo, derechos basados en la naturaleza misma de la persona humana y sobre su transcendente dignidad”.
Respeto al descanso semanal
Pero sobre todo cuiden “el derecho al descanso”. “Me refiero no solo a ese descanso que es apoyado y legitimado por una amplia serie de prestaciones sociales (desde el día de descanso semanal a las fiestas, a las que todo trabajador tiene derecho), sino también y sobre todo a unadimensión del ser humano que no está exento de raíces espirituales y de las cuales también ustedes son responsables”.
Francisco recordó que Dios estableció el día de descanso el séptimo día y “el descanso, en lenguaje de la fe, es por lo tanto dimensión humana y divina al mismo tiempo”. Es “una ocasión para vivir plenamente ser una criatura, elevada a la dignidad filial de Dios mismo”.
Por eso, “la exigencia de ‘santificar’ el reposo se une entonces a la necesidad – que se vuelve a proponer cada semana el domingo– de un tiempo que permita cuidar la vida familiar, cultura, social y religiosa haciendo de todos estos horizontes un espacio y un tiempo para Dios y para el hombre”.
“Del justo reposo de los hijos de Dios también ustedes son en cierto sentido colaboradores”, subrayó.
Desafíos actuales
El Pontífice les dijo también que “están llamados a hacer frente a los desafíoscada vez más complejos” que “provienen tanto de la sociedad actual, con sus equilibrios y la fragilidad de sus relaciones, como del mundo del trabajo, plagado de desempleo y de la precariedad de las garantías que logra ofrecer”.
Explicó que los tiempos han cambiado y antes la jubilación estaba asociada a la tercera edad, pero ya no es así. “Por un lado, la eventualidad del descanso ha sido anticipada, a veces diluida en el tiempo, a veces renegociada hasta extremos aberrantes, como aquel que llega a desnaturalizar la hipótesis misma de un cese del trabajo”. Y “de otro lado, no son menos las exigencias asistenciales, tanto para quien ha perdido o no ha tenido nunca un trabajo, como para quien se ha visto obligado a interrumpirlo por motivos diversos”.
Ante esta realidad, “vuestra tarea es contribuir a que no falten las subvenciones indispensables para la subsistencia de los trabajadores desempleados y de sus familias”.
El Papa dijo saber que entre sus prioridades está una atención especial al trabajo de la mujer así como “a la asistencia a la maternidad que debe siempre tutelar la vida que nace y a quien la sirve cada día”.
“Que no falte nunca la aseguración por la vejez, la enfermedad, los infortunios relacionados con el trabajo” así como “el derecho a una pensión”.
“Sean conscientes de la altísima dignidad de cada uno de los empleados, a cuyo servicio ustedes prestan su obra”, dijo.
Francisco pidió además “ayudar a los más débiles, para que a ninguno le falte la dignidad y la libertad de vivir una vida auténticamente humana”.

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