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Papa Francisco clausura Año de la Vida Consagrada y recuerda su misión en el mundo de hoy
VATICANO, 02 Feb. 16 / 12:22 pm (ACI).- El Papa Francisco invitó hoy a los religiosos y religiosas de la Iglesia a tener un “deseo del encuentro, custodiar el estupor y la alegría de la gratitud”, en la Misa por la Presentación del Señor y la Jornada de la Vida Consagrada cuyo Año concluyó con esta celebración.
En la homilía pronunciada en la Basílica de San Pedro, el Pontífice afirmó que “quien encuentra de verdad a Jesús no puede permanecer igual que antes”.
El Papa destacó que toda forma de vida consagrada está llamada a “estar en permanente estado de misión”, compartiendo “las alegrías y las esperanzas, las tristezas y la angustias de los hombres de hoy”.
Francisco explicó que Jesús “es el rostro de la misericordia del Padre” y “se presenta a nosotros como la perenne sorpresa de Dios”. “En este Niño nacido para todos se encuentran el pasado, hecho de memoria y de promesa, y el futuro, lleno de esperanza”, añadió.
“Los consagrados y las consagradas están llamados ante todo a ser hombres y mujeres del encuentro” porque “la vocación no está motivada por un proyecto ‘calculado’, sino por una gracia del Señor que nos alcanza a través de un encuentro que cambia la vida”, dijo.
“Quien vive este encuentro se convierte en testimonio y hace posible el encuentro por los otros; y se hace también promotor de la cultura del encuentro, evitando la autorreferencialidad que nos hace permanecer cerrados en nosotros mismos”.
Francisco recordó que Jesús quiso “compartir nuestra vida” y también los religiosos “están llamados a ser signo concreto y profético de esta cercanía de Dios, de este compartir con la condición de fragilidad, de pecado y de heridas del hombre de nuestro tiempo”.
El Santo Padre pidió a los religiosos ser “custodios del estupor” que “pide ser siempre renovado”. “¡Ay de los hábitos en la vida espiritual!; ¡Ay de cristalizar nuestros carismas en una doctrina abstracta!: los carismas de los fundadores –como he dicho otras veces– no están para ser encerrados en una botella, no son piezas de museo”, advirtió.
“Nuestros fundadores fueron movidos por el Espíritu y no han tenido miedo de ensuciarse las manos con la vida de cada día, con los problemas de la gente, recorriendo con coraje las periferias geográficas y existenciales”.
Ellos “no se han detenido frente a los obstáculos y a las incomprensiones de los otros, porque han mantenido en el corazón el estupor por el encuentro con Cristo”.
“No han domesticado la gracia del Evangelio; han tenido siempre en el corazón una sana inquietud por el Señor, un deseo de llevarlo a los demás, como han hecho María y José en el templo”. “También nosotros estamos llamados hoy a realizar elecciones proféticas y valientes”, manifestó el Santo Padre.
Al concluir la homilía, el Pontífice indicó que de esta fiesta “aprendemos a vivir la gratitud para el encuentro con Jesús y para el don de la vocación a la vida consagrada”.
El Papa pidió dar gracias por la Eucaristía y recordó lo bonito que es “cuando encontramos el rostro feliz de personas consagradas, quizás ya de edad avanzada como Simeón o Ana (en la Escritura), contentas y llenas de gratitud por su vocación”.
Este Año de la Vida Consagrada que acaba de concluir, dijo el Papa, se puede resumir como de “gratitud por el don del Espíritu Santo, que siempre anima a la Iglesia a través de diversos carismas”.

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