EDUCAR ES AMAR JOSE LUIS GONZALEZ

                            
La red ofrece posibilidades únicas para colaborar y generar espacios de evangelización
¿Cómo podemos trabajar en red para generar unidad y potenciar nuestros esfuerzos evangelizadores?


Las personas que conformamos la Iglesia tenemos los mismos defectos que cualquier otra persona. Uno de los problemas más difícil solución es la desafección que conlleva toda estructura rígida. Crear estructuras rígidas tiende a delimitar las responsabilidades y a que nadie se sienta responsable del bien común. Al mismo tiempo, hacemos un bastión de las responsabilidades propias, impidiendo que otras personas puedan colaborar de forma eficaz con nosotros.  
Como ejemplo de esto, les invito a ver el siguiente video: Ese no es mi problema. En este video se puede ver como los trabajadores, mandos intermedios y directivos de una empresa viven para su micro-espacio de responsabilidad, desdeñando todo lo que no está claramente definido como su responsabilidad. ¿Por qué nadie llama a los bomberos ante un incendio? Porque el incendio no está delimitado como una responsabilidad personal. Parece que todos asumen que la empresa se queme ya que no es responsabilidad de nadie.
Por desgracia en la Iglesia también tendemos asumir micro-responsabilidades excluyentes y así no se puede funcionar. Un ejemplo ¿Evangelizar? Los feligreses decimos: que lo haga el párroco. El párroco, saturado con el trabajo de la parroquia, echa el problema al vicario del obispo. El vicario al Obispo tiene tantas cosas que coordinar que pasa la responsabilidad al Obispo. El Obispo se ve incapaz y lleva el asunto a la conferencia episcopal. La conferencia episcopal al Consejo Pontificio correspondiente y el Consejo Pontificio al Papa. Cuando el Papa mueve ficha, la responsabilidad desciende y se divide hasta el punto que nadie se siente responsable de hacer nada por su cuenta. Esperamos que alguien nos llame y nos delegue la responsabilidad. Después, pocas personas o nadie, se compromete a trabajar dentro de algo que no es responsabilidad personal suya.
En la red y en las redes sociales, esta lógica de las micro-responsabilidades y el estructuralismo no funcionan. En la red todo estructuralismo produce un espacio web sin vida. Cuando uno no siente un espacio social como parte de sí mismo, se ignora, no existe. Las estructuras humanas suelen ser un 90% apariencia y un 10% o menos, realidad viva. Cuando se crea un espacio social lo primero es buscar a personas que quieran unirse a él y conforman un grupo que colabora. En ese espacio puede haber coordinadores, pero nunca jefes o directores. En la red tenemos una visión más clara de la universalidad de la Iglesia y de la corresponsabilidad que todos portamos. Un espacio social que esté vivo necesita personas ilusionadas y de una verdadera libertad de creación dentro del mismo. 

A modo de ejemplo, cito algunos de los retos que veo en la presencia eclesial en la red:
  • Hacernos presentes en la red de forma real y viva. No valen listados de personas, sino personas vivas que aportan su creatividad y presencia.
  • Saber reunir a los católicos aportando oportunidades de ser protagonistas a cada una de las personas que se impliquen. Cada católico debería ser un protagonista que aporte su carisma, sensibilidad y voluntad, al proyecto común.
  • Si existen coordinadores su función sería limar los vértices que nos separan a unos de otros y ayudarnos a encontrar sinergias. Los carismas y sensibilidades son dones el Espíritu, no barreras que nos separan. Hay que trabajar mucho la tendencia a crear espacios cerrados mono carismáticos, ya que esto nos empobrece y aísla. No se trata de trabajar para crear nuevas iglesias a la medida de cada sensibilidad, sino aportar la sensibilidad para hacer más fuerte la Iglesia.
Estos retos no son sencillos de abordar, ya que suponen un cambio de cultura en todos nosotros. Implican negarnos a nosotros mismos, para tomar nuestra cruz y seguir a Cristo, lo que nunca es fácil ni gratificante para nuestros egoísmos. Quizás deberíamos empezar por afirmar "este también es mi problema", para aportar, lo que tenemos y saber aceptar, lo que nos ofrecen.

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