El liderazgo es un proceso de aprendizaje continuo hay que utilizar las fortalezas, talentos y el sentido común.
Steve Jobs, uno de los líderes contemporáneos con mayor influencia en el mundo, debido a sus innovaciones en el campo de la tecnología y la comunicación, dejó en su legado anécdotas que lo describen como una persona empática con sus colaboradores.
Heide Roizen, directora de una empresa que distribuía software para Mac en la década de los 80, hizo público que cuando ella perdió a su padre, el fundador de Apple le hizo una llamada para un asunto de trabajo, sin que él supiera lo que había sucedido: “cuando se lo comenté, me dijo ¿por qué estás trabajando?”, y agrega que le pidió le hablara sobre su padre, así como la ayudó a desahogarse por medio de una breve charla, lo que le significó un gran alivio.
Esta anécdota refleja el sentido humano de quien decide no interponer barreras absurdas con sus coequiperos y por el contrario, abre caminos de comunicación. Dale Carnegie, autor de “Maestría en Liderazgo” de Editorial Grijalbo, explica que la palabra líder ya no puede tener ninguna semejanza con la palabra jefe ya que éstos tienen subordinados, los verdaderos líderes no tienen seguidores en el sentido convencional de la palabra, porque incluso van un paso más allá y transforman a sus seguidores en guías a su vez. La autoridad como tal se redefine y se gana ante los colaboradores, no se impone.
El secreto: su naturaleza
“Para empezar, requiere cualidades personales que exceden las tradicionales virtudes el liderazgo: cualidades como la firmeza, la capacidad de tomar decisiones, la flexibilidad, la innovación y la capacidad de adaptarse a los cambios repentinos”, explica Dale Carnegie y agrega que la imagen del líder como domador de leones agarrando con una mano una silla y la otra un látigo, ya no puede funcionar y subraya: “si es que alguna vez funcionó”.
Napoleón Bonaparte acuñó la frase: “la batalla más difícil es la que tengo todos los días conmigo mismo”, y es que seguramente, antes de guiar a un grupo de personas, el dominio sobre las propias debilidades de carácter y el manejo adecuado del poder es una tarea que no todos los líderes resuelven con éxito.
Las personas que cuentan con el privilegio de ser cabeza de grupo, tienen la oportunidad de motivar a aquellos que los escuchan, así como de saber a partir de sus cualidades y limitaciones, son capaces de construir una nueva cultura y un sano ambiente laboral.
Ante este escenario, uno de los principales retos a cumplir es el trato con las personas. Dale Carnegie explica que el 85 por ciento del éxito en el campo laboral, sin importar cuan técnico sea, se debe a las capacidades de ingeniería humana, es decir: la personalidad y habilidad para liderar personas, y agrega que la capacidad de tratar con la gente es una pieza fundamental en lo que a liderazgo se refiere, ya que de esto depende en muy buena medida todos los procesos de trabajo.
“Los líderes poderosos pueden afectar a miles y hasta millones de individuos. Más allá de que un líder afecte a un sólo individuo o a muchos, su poder de cambiar el mundo jamás debe de ser subestimado”, explica el autor y finaliza: “la capacidad de liderazgo no viene automáticamente adosada del título de gerente, supervisor o cabeza de equipo, es ante todo un proceso de aprendizaje continuo… hay que utilizar las fortalezas, talentos y el sentido común”.
Heide Roizen, directora de una empresa que distribuía software para Mac en la década de los 80, hizo público que cuando ella perdió a su padre, el fundador de Apple le hizo una llamada para un asunto de trabajo, sin que él supiera lo que había sucedido: “cuando se lo comenté, me dijo ¿por qué estás trabajando?”, y agrega que le pidió le hablara sobre su padre, así como la ayudó a desahogarse por medio de una breve charla, lo que le significó un gran alivio.
Esta anécdota refleja el sentido humano de quien decide no interponer barreras absurdas con sus coequiperos y por el contrario, abre caminos de comunicación. Dale Carnegie, autor de “Maestría en Liderazgo” de Editorial Grijalbo, explica que la palabra líder ya no puede tener ninguna semejanza con la palabra jefe ya que éstos tienen subordinados, los verdaderos líderes no tienen seguidores en el sentido convencional de la palabra, porque incluso van un paso más allá y transforman a sus seguidores en guías a su vez. La autoridad como tal se redefine y se gana ante los colaboradores, no se impone.
El secreto: su naturaleza
“Para empezar, requiere cualidades personales que exceden las tradicionales virtudes el liderazgo: cualidades como la firmeza, la capacidad de tomar decisiones, la flexibilidad, la innovación y la capacidad de adaptarse a los cambios repentinos”, explica Dale Carnegie y agrega que la imagen del líder como domador de leones agarrando con una mano una silla y la otra un látigo, ya no puede funcionar y subraya: “si es que alguna vez funcionó”.
Napoleón Bonaparte acuñó la frase: “la batalla más difícil es la que tengo todos los días conmigo mismo”, y es que seguramente, antes de guiar a un grupo de personas, el dominio sobre las propias debilidades de carácter y el manejo adecuado del poder es una tarea que no todos los líderes resuelven con éxito.
Las personas que cuentan con el privilegio de ser cabeza de grupo, tienen la oportunidad de motivar a aquellos que los escuchan, así como de saber a partir de sus cualidades y limitaciones, son capaces de construir una nueva cultura y un sano ambiente laboral.
Ante este escenario, uno de los principales retos a cumplir es el trato con las personas. Dale Carnegie explica que el 85 por ciento del éxito en el campo laboral, sin importar cuan técnico sea, se debe a las capacidades de ingeniería humana, es decir: la personalidad y habilidad para liderar personas, y agrega que la capacidad de tratar con la gente es una pieza fundamental en lo que a liderazgo se refiere, ya que de esto depende en muy buena medida todos los procesos de trabajo.
“Los líderes poderosos pueden afectar a miles y hasta millones de individuos. Más allá de que un líder afecte a un sólo individuo o a muchos, su poder de cambiar el mundo jamás debe de ser subestimado”, explica el autor y finaliza: “la capacidad de liderazgo no viene automáticamente adosada del título de gerente, supervisor o cabeza de equipo, es ante todo un proceso de aprendizaje continuo… hay que utilizar las fortalezas, talentos y el sentido común”.
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