MÉXICO DF, 26 Oct. 15 / 12:48 am (ACI).- Durante la Misa dominical celebrada en la Catedral de México, el P. Julián López Amozurrutia, canónigo teólogo de la Catedral, agradeció a Dios porque “tuvo misericordia de nuestro país en el paso del huracán Patricia”, pues no causó daños mayores a pesar de haber sido considerado por los expertos como el ciclón tropical más poderoso de la historia.
Patricia se formó el martes como tormenta tropical y en 30 horas ya era un huracán que había alcanzado la máxima categoría de 5, convirtiéndose en el huracán más potente jamás documentado en América con vientos sostenidos de 325 kilómetros por hora, según el Centro Nacional de Huracanes, por lo que se esperaba una devastación enorme.
Sin embargo, al tocar tierra el viernes, los vientos permanecieron confinados en un área pequeña y golpearon una región poco poblada, sin generar grandes daños.
“Un sufragio de gratitud y de petición al Señor que tuvo misericordia de nuestro país en el paso del huracán Patricia por los estados que amenazaba ser afectados y también por las personas que sufrieron alguna tragedia. A todos ellos los ponemos en el altar del Señor”, expresó el sacerdote.
El Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME), indicó que el P. López Amozurrutia también agradeció a Dios por el buen fin que tuvo el Sínodo de la Familia realizado en el Vaticano.
Asimismo, al reflexionar sobre el Evangelio de este domingo, en el que Cristo cura a un ciego, el sacerdote dijo que “la caridad de Cristo es un proyecto que humaniza, dignifica y responsabiliza. Ver, sin duda, es un don. Pero también un compromiso. Bartimeo, quien recibió este milagro, lo acepta, y asume con sabiduría la nueva luz de la que ha sido beneficiario.”
“En algunas intervenciones milagrosas de Jesús, encontramos la referencia a la condición filial. En este caso, además de llamar al ciego por su patronímico, la profesión de fe mesiánica que realiza se pronuncia con la fórmula ‘hijo de David’. En su grandeza, Jesús es reconocido también como miembro del linaje humano, como un hermano nuestro, hijo de hombre, hijo de Adán, y específicamente como un judío, de la descendencia mesiánica del rey David”, explicó.
Por ello, alentó a gritar “de alegría, regocijémonos, proclamemos y alabemos la salvación que el Señor nos otorga. Grandes cosas ha hecho por nosotros el Señor. Cantemos la dicha de la luz, el gozo del camino, la fuerza de la esperanza. Nuestro Sumo Sacerdote nos redime y dignifica. Con porte de hijos, emprendamos el camino de la libertad”.
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