EDUCAR ES AMAR JOSE LUIS GONZALEZ

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Lectio Divina. Domingo 1o. de Adviento.
Lectio Divina

Adviento. Oración con el Evangelio. Ciclo C.


Por: P. Martín Irure | Fuente: Catholic.net 



Lucas 21, 25-28 y 34-36

1. INVOCA
Antes de iniciar este tiempo de oración, nos disponemos con nuestra actitud interior para escuchar la Palabra de Dios. Nuestro Padre nos va a decir su mensaje. Hacemos el silencio exterior (evitar ruidos...) y el silencio interior (evitar distracciones y preocupaciones y mantenernos en paz con nosotros mismos).
  • Orar es: vivir de la fe, desde la animación de la esperanza del encuentro con el Padre en el Hijo y en el Espíritu.
  • Orar es: tener la conciencia despierta y esplendorosa de la más viva necesidad de Dios.
  • Orar es: estar seguro de que el Amor me abrirá las puertas de la admiración y fascinación de mi Dios, en el fondo de la oscuridad de mi conciencia.
  • Orar es: estar seguro que, por la confianza, el Señor me baña con toda la belleza, verdad y ternura que alimentan todo el universo y todos los humanos.
Invoquemos al Espíritu, el Artífice del encuentro con Jesús y con el Padre: Veni, Sancte Spiritus.
Ven, Espíritu Santo,
te abro la puerta,
entra en la celda pequeña
de mi propio corazón,
llena de luz y de fuego mis entrañas,
como un rayo láser opérame
de cataratas,
quema la escoria de mis ojos
que no me deja ver tu luz.

Ven. Jesús prometió
que no nos dejaría huérfanos.
No me dejes solo en esta aventura,
por este sendero.
Quiero que tú seas mi guía y mi aliento,
mi fuego y mi viento, mi fuerza y mi luz.
Te necesito en mi noche
como una gran tea luminosa y ardiente
que me ayude a escudriñar las Escrituras.

Tú que eres viento,
sopla el rescoldo y enciende el fuego.
Que arda la lumbre sin llamas ni calor.
Tengo la vida acostumbrada y aburrida.
Tengo las respuestas rutinarias,
mecánicas, aprendidas.
Tú que eres viento,
enciende la llama que engendra la luz.
Tú que eres viento, empuja mi barquilla
en esta aventura apasionante
de leer tu Palabra,
de encontrar a Dios en la Palabra,
de encontrarme a mí mismo
en la lectura.

Oxigena mi sangre
al ritmo de la Palabra
para que no me muera de aburrimiento.
Sopla fuerte, limpia el polvo,
llévate lejos todas las hojas secas
y todas las flores marchitas
de mi propio corazón.

Ven, Espíritu Santo,
acompáñame en esta aventura
y que se renueve la cara de mi vida
ante el espejo de tu Palabra.
Agua, fuego, viento, luz.
Ven, Espíritu Santo. Amén. (A. Somoza) 

 
Recitamos: Salmo a la escucha:
 
Venimos a ti, Señor,
para escuchar tu Palabra,
que nos redime y libera
y nos hace fuertes en el combate.
En medio del fuego del mundo
queremos escuchar a tu Hijo amado
para ser verdaderos discípulos.

Sin tu Palabra
no hay alegría posible,
sin estar a tu escucha,
no existe el gozo de seguirte.

Haznos, Señor,
creer verdaderamente en tu amor
para caminar en fidelidad
y ser testigos en el mundo.

A veces, Señor,
cuando llega la prueba,
sólo necesitamos salida en ti,
para seguir hacia delante,
fiándonos de tus planes de amor.

Queremos escucharte siempre
poniendo esperanzas
en nuestros corazones desgarrados
y llenando de tu ternura
nuestro planeta. Amén. (F. Cerro) 


2. LEE LA PALABRA DE DIOS Lc 21, 25-28 y 34-36 (Qué dice la Palabra de Dios)

Contexto litúrgico
Con este primer domingo de Adviento, que hoy celebramos, comienza el nuevo año litúrgico de las celebraciones de la Iglesia. En este tiempo, la liturgia nos anima y nos ayuda a prepararnos debidamente a la celebración de la Navidad, el misterio de la presencia humanizada de Dios entre nosotros.


Iniciamos también, en este ciclo litúrgico C, la lectura del Evangelio según san Lucas. Hemos de ir descubriendo, en cada domingo, las características de este Evangelio.
La Palabra de Dios, sobre todo el Evangelio, nos ayudan a ello. Seamos fieles a la lectura y oración con la Palabra de Dios de cada domingo.
Contexto bíblico
El texto de hoy está ubicado en un contexto, narrado por Lucas 21, 5-36, donde el evangelista nos expone la enseñanza de Jesús sobre los últimos días de la historia de la humanidad. También se le llama el discurso escatológico porque nos habla de los últimos tiempos (esjatón significa último, definitivo). También se le llama a este texto el discurso sobre la parusía (parusía significa presencia), y se refiere a la venida gloriosa y definitiva de Jesucristo.

Texto
1. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas (v. 25)
  • No hay que entender este texto en un sentido literal. Es un lenguaje, llamado apocalíptico (Apocalipsis significa revelación o manifestación). No se trata de señales visibles en los astros del cielo, por las que podamos deducir cuándo es el final de los tiempos. Pues son fenómenos atmosféricos que se dan en cualquier tiempo. Tales palabras quieren decir, sobre todo, que, al final de la historia, todo se irá transformando, sobre todo, las personas.
  • Lucas también narra de forma parecida cuando muere Jesús en la cruz (Lc 23, 44-45). “Nos quiere decir que la señal de la cruz, no tanto los astros del cielo, ilumina toda la historia humana. Éste es el camino que tendrá como final la manifestación plena de la misericordia de Dios que viene a nuestro encuentro. Es muy importante saber cuál es el fin de la historia humana. El hombre, en definitiva, será, no lo que es ahora, sino lo que llegará a ser. Porque camina hacia la plena manifestación del Amor de Dios. Al final será lo que espera, porque espera lo que ama” (Silvano Fausti).
  • Las señales de los astros pueden también significar el miedo de algunos que descuidaron la espera del día definitivo. Es la condición de quien no conoce la paternidad y el amor de Dios y ha pasado su vida ignorando la venida permanente y la definitiva de Dios.
2. Se acerca su liberación (v. 28)
  • Las catástrofes cósmicas son señales de que, al final, caerán todos los poderes injustos, opresores de la dignidad de las personas. Y comenzará un mundo nuevo, por el triunfo y la venida del Mesías y del Reino de Dios para siempre.
  • Para el cristiano, guiado por la fe, a través de las calamidades personales y sociales, llegará la liberación total. Día a día, la actuación silenciosa, pero profunda, de los corazones sinceros, va engendrando unos cielos nuevos y una nueva tierra donde brille la justicia (2 Pe 3, 13).
  • Sabemos que la creación entera está gimiendo con dolores de parto hasta el presente. Pero no sólo ella; también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior suspirando para que Dios nos haga sus hijos y libere nuestro cuerpo. Porque ya estamos salvados, aunque sólo en esperanza (Rom 8, 22-24). En esperanza vamos gestando nuestro propio alumbramiento a una nueva y gozosa vida.
  • Es la historia de cada cristiano y de cada persona de buena voluntad, escrita día tras día anónimamente, que no aparece en las noticias televisivas, sino con actos de amor y de servicio y de entrañas de misericordia. Para entender la historia hay que saber leer los signos de los tiempos desde la luz del plan de Dios.

3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios:
  • Jesús es el sembrador incansable de esperanza, de ánimo, de optimismo. El cristiano es el hombre del presente porque ve con claridad el futuro glorioso de la historia de la humanidad. No hay lugar a la desesperación. Ni hay lugar para el pesimismo de aquellos que dicen: cualquier tiempo pasado fue mejor, hoy todo va de mal en peor.
  • No nos quedemos instalados en nuestro conformismo, pereza, apatía. Sacudamos nuestro sueño, porque la liberación se está realizando en cada uno de nosotros.
  • Miramos el futuro, no con un gesto de evasión a lo presente. Sino, para dinamizar con todo interés la actualidad, el tiempo presente. ¡Estamos construyendo el Plan de Dios!
4. ORA (Qué le respondo al Señor)
  • Descúbrenos, Señor, tus caminos (Salmo responsorial de hoy).
  • Padre, que sepa caminar por los senderos que Tú me indicas con la enseñanza y testimonio de vida de tu Hijo Jesucristo. Que viva con ilusión y esperanza cada día de mi vida terrena.
5. CONTEMPLA
  • A Jesús, que nos abre y nos encamina hacia la vida total con Él.
  • A mí mismo, que, con frecuencia, me encierro en mi egoísmo y no me abro al mensaje liberador de Jesús, mi Salvador.

6. ACTÚA
Repetiré, lleno de esperanza: Que el Señor nos haga rebosar de amor... hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús (1 Tes 3, 12-13).
Recitamos: Lámpara es tu Palabra, Señor

Lámpara es tu Palabra, Señor,
lámpara para mis pies desnudos,
para mis ojos cansados,
para mi corazón sediento.

Lámpara es tu Palabra,
en la cual creo,
pues tú, Señor,
nos pones en camino
hacia la verdadera vida.

Lámpara es tu Palabra
cuando voy entre los hombres,
cuando no puedo más,
cuando desfallezco.

Lámpara eres tú
como Palabra de vida,
capaz de enternecer el corazón
y ayudarnos en el camino.

Lámpara es tu Palabra, Señor,
tú vienes y te acercas
a mí de puntillas,
y me susurras al oído
palabras de vida y amor.

Lámpara es tu Palabra,
luz en mi sendero,
alegría en el camino. Amén. 
(F. Cerro)

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