EDUCAR ES AMAR JOSE LUIS GONZALEZ

El Papa saluda al Rabino Jefe de Roma en la sinagoga de Roma. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
(ACI).- El Papa Francisco visitó esta tarde la Sinagoga de Roma, la más antigua de Europa. Es el tercer Pontífice que lo hace después de San Juan Pablo II (hace 30 años) y Benedicto XVI, en enero de 2010.
En su discurso, el Pontífice destacó las buenas relaciones de las dos confesiones en los últimos 50 años gracias al Concilio Vaticano II y pidió profundizar en “la comprensión recíproca, la confianza mutua y la amistad”.
El Papa también dirigió un recuerdo especial hacia los seis millones de judíos que murieron en el Holocausto y en particular a los que fueron llevados desde Roma a los campos de concentración.
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Antes de que comenzase a hablar Francisco, lo hicieron el Presidente de la Comunidad Judía romana, el Presidente de las Comunidades judías de Italia y el Rabino Jefe de Roma, Riccardo Di Segni.
El Pontífice destacó que esta era su primera visita a la Sinagoga como Obispo de Roma y deseaba extender a todas las comunidades judías “el saludo fraterno de paz de esta Iglesia y de toda la Iglesia católica”.
“Nuestras relaciones las tengo muy presentes en el corazón”, comenzó a decir para recordar a continuación cómo en Buenos Aires siendo Arzobispo de la ciudad se encontró en distintas ocasiones con los judíos.
“Con el paso de los años, se ha creado una unión espiritual, que ha favorecido el nacimiento de auténticas relaciones de amistad y también ha inspirado un compromiso común”.
“En el diálogo interreligioso es fundamental que nos encontremos como hermanos y hermanas ante nuestro Creador y a Él le demos alabanza, que nos respetemos y apreciemos a la vez y busquemos colaborar juntos”, dijo en el discurso.
El Santo Padre subrayó que “en el diálogo judío-cristiano existe una unión única y peculiar, en virtud de las raíces judías del cristianismo: judíos y cristianos deben sentirse entonces hermanos, unidos por el mismo Dios y por un rico patrimonio espiritual común sobre el que basarse y construir el futuro”.
Francisco recordó las visitas de sus predecesores hacer algunos años  y cómo Juan Pablo II acuño la expresión “hermanos mayores” para referirse a los judíos. “En efecto, ustedes son nuestros hermanos y nuestras hermanas mayores en la fe. “Todos los que pertenecemos a una única familia, la familia de Dios, el cual nos acompaña y nos protege como su pueblo”.
“Juntos, como judíos y católicos estamos llamados a asumir nuestra responsabilidad para esta ciudad, aportando nuestra contribución, ante todo espiritual, y favoreciendo la resolución de diversos problemas actuales”, dijo en el Templo Mayor de la Sinagoga. 
A  continuación, indicó que “deseo que crezcan cada vez más la cercanía, el recíproco conocimiento y la estima entre nuestras dos comunidades de fe”.
Gracias al Concilio
Buena parte de su intervención la dedicó también a la Declaración Nostra aetate, promulgada por Pablo VI y que acaba de cumplir 50 años y regulaba las relaciones con las distintas confesiones, sobre todo con el judaísmo.
“El Concilio, con la Declaración, trazó el camino: ‘sí’ al redescubrimiento de las raíces judías del cristianismo; ‘no’ a toda forma de antisemitismo, y condena cada injuria, discriminación y persecución que se derivan”, dijo recordando unas palabras que dijo en otra ocasión.
El Santo Padre hizo también referencia al documento aprobado el pasado 10 de diciembre por la Comisión para la Relación con los judíos que “afronta las cuestiones teológicas surgidas en los últimos decenios transcurridos desde la promulgación de Nostra aetate”.
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“La dimensión teológica del diálogo judío-católico, merece ser más profunda, y deseo animar a todos aquellos que están comprometidos en este diálogo a continuar en el mismo sentido, con discernimiento y perseverancia”.
“Los cristianos, para comprenderse a sí mismos, no pueden no hacer referencia a las raíces judías, y a la Iglesia, mientras profesando la salvación a través de la fe en Cristo, reconoce la irrevocabilidad de la Antigua Alianza y el amor constante y fiel de Dios por Israel”.
Desafíos actuales
Sobre los retos que afrontar hoy día, el Pontífice destacó “una ecología integral y prioritaria”. “Como cristianos y judíos podemos y debemos ofrecer a toda la humanidad el mensaje de la Biblia sobre el cuidado de la creación”.
Conflictos, guerras, violencia e injusticias abren profundas heridas en la humanidad y nos llaman a reforzar el compromiso por la paz y la justicia”, manifestó.
“La violencia del hombre sobre el hombre es una contradicción con cada religión digna de este nombre, y en particular con las tres grandes religiones monoteístas. La vida es sagrada, como un don de Dios. El quinto mandamiento dice: no matarás”, recordó el Papa.
“Dios es el Dios de la vida, y siempre quiere promoverla y defenderá, y nosotros, creados a su imagen y semejanza, estamos obligados a hacer lo mismo”.
A este punto, Francisco aseguró que “cada ser humano, en cuanto criatura de Dios, es nuestro hermano, independientemente de su origen o de su pertenencia religiosa”.
“Toda persona es observada con benevolencia, como hace Dios, que tiende su mano misericordiosa a todos, independientemente de su fe y de su proveniencia, y que se toma cuidado de cuantos tienen más necesidad de Él: pobres, enfermos, marginados, indefensos”.
El Pontífice señaló que “donde la vida está en peligro, estamos llamados a protegerla siempre”.
“Ni la violencia, ni la muerte tendrán nunca la última palabra ante Dios, que es el Dios del amor y de la vida”.
Entonces, pidió orar “con insistencia” para que “nos ayude a practicar en Europa, en Tierra Santa, en Oriente Medio, en África y en cada lugar del mundo la lógica de la paz, de la reconciliación, del perdón, de la vida”.
“El pueblo judío, en su historia, ha tenido que experimentar la violencia y la persecución, hasta el exterminio de los hebreos europeos durante la Shoa (holocausto)”. “Seis millones de personas, solo porque pertenecen al pueblo hebreo, han sido víctimas de la más deshumana barbarie, perpetrada en nombre de una ideología que quería sustituir a Dios por el hombre”.
El Santo Padre recordó entonces a los mil judíos de Roma que el 16 de octubre de 1943 fueron llevados a Auschwitz, uno de los principales campos de concentración nazi.
“El pasado nos debe servir como lección para el presente y para el futuro”. Por ello, “la Shoah nos enseña que se debe tener siempre la máxima vigilancia, para poder intervenir de forma tempestiva en defensa de la dignidad humana y de la paz”.
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El Pontífice expresó “mi cercanía a cada testigo de la Shoah que todavía vive, y dirijo mi particular saludo a aquellos que están hoy aquí presentes”.
“Oremos juntos al Señor para que conduzca nuestro camino hacia un futuro bueno, mejor”. “Dios tiene para nosotros proyectos de salvación”, subrayó para despedirse después: “Que el Señor les bendiga y les proteja, haga resplandecer su rostro en nosotros y nos done su gracia. Que dirija sobre nosotros su rostro y nos conceda la paz”. 

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