¡Ustedes, Guardias Suizos son un «manifiesto» de la Santa Sede! Les agradezco y los animo por esto
«Cuando encuentran a la gente, a los peregrinos, ustedes transmiten, con su gentileza y competencia, este “amor más grande” que viene de la amistad con Cristo. ¡De hecho, ustedes, Guardias Suizos son un “manifiesto” de la Santa Sede! Les agradezco y los animo por esto». Son las palabras con las que esta mañana Papa Francisco acogió a los “suizos” y a sus familiares en una aduiencia, en ocasión del juramento de los nuevos reclutas.
El Papa recordó que la amistad con estos “ayudantes”, que cuidan su persona y el Palacio Apostólico, se basa «en el amor de Cristo: ese “amor más grande” que Él vivió y que dio a sus discípulos». En la historia de la Iglesia, observó Bergoglio, «muchos hombres y mujeres han hecho propia la llamada de este gran amor. Los Guardias Suizos que combatieron durante el Saqueo de Roma y que dieron sus vidas para defender al Papa siguieron esta llamada. Y responder con dedicación a esta llamada significa seguir a Cristo».
Francisco recordó que en los Ejercicios Espirituales, San Ignacio de Loyola, que de joven fue un soldado, «habla de la “llamada del Rey”, es decir Cristo, que quiere edificar su Reino y elige a sus colaboradores. El Señor quiere construir su Reino con la colaboración de los hombres. Necesita personas decididas y valientes. Así, según San Ignacio, Cristo Rey le pide a quien quiere ir con Él conformarse con su mismo alimento, con su misma bebida y con sus mismos hábitos. Le pide estar listo para fatigar durante el día y estar despierto la noche, porque así participará en la victoria».
Ignacio compara el mundo con dos campos militares, continuó Francisco, «uno con el alférez de Cristo y otro con el alférez de Satanás. Solo hay estos dos campos. Para el cristiano, la decisión es clara: él sigue al alférez de Cristo. Cristo es el verdadero Rey. Él mismo sale adelanta, y sus amigos lo siguen. Un soldado de Cristo participa de la vida de su Señor. Esta es también la llamada que les toca a ustedes: asumir las preocupaciones de Cristo, ser sus compañeros. Así, ustedes aprenden día a día a “sentir” con Cristo y con la Iglesia».
Un Guardia Suizo, dijo el Papa trazando el “perfil” de los soldados que llevan uniformes coloridos y que cuidan su casa, «es una persona que verdaderamente trata de seguir al Señor Jesús y que ama particularmente a la Iglesia, es un cristiano con una fe genuina». Por ello, Francisco invitó a los soldados a participar en las misas y en las confesiones, y a llevar siempre consigo un «pequeño Evangelio, para leerlo apenas tengan un momento tranquilo. Les ayuda su oración personal, especialmente el Rosario». Y los ayuda, continuó el Pontífice argentino, «el servicio a los más pobres, a los enfermos, a los que necesitan una buena palabra…».
De este modo, animando «a la gente, a los peregrinos», y transmitiendo «este “amor más grande” que viene de la amistad con Cristo», los Guardias Suizos se convierten en una especie de “manifiesto” de la Santa Sede. «Sé que su servicio es difícil. –concluyó Francisco- Cuando hay labores suplementarias, podemos siempre contar con la Guardia Suiza, ¡lo sé!».
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